Hablar en el marco de un nuevo 8 de marzo es hacerlo desde los ojos y piel de cualquier mujer, sobre todo, de las mujeres que representan al 99% de la población. Cualquier vida desde la mirada y la sensibilidad de éstas, habla de grandes obstáculos y dificultades que sorteamos en este sistema patriarcal y capitalista. Con doble ración, por género y por clase.
Aún así, somos la mayoría feministas, aunque no nos identifiquemos con ello. Lo somos, porque cuidamos, porque solemos rechazar los espacios de poder-sobre-algo o alguien, abuso o jerarquía. Porque por encima de todo, somos vida. Nos marca la socialización diferencial del género, es cierto, pero con el tiempo, abanderamos la insumisión frente al maltrato. Cansadas de padecerla -hasta un 33% de las europeas hemos sufrido violencia sexual-, nos revela una pasión por imaginar y construir otro orden de relaciones, amorosas, sexuales, sociales, políticas, económicas etc.
Amamos la vida, somos sus catedráticas, las premio nobel, cada gesto diario lo manifiesta.
Sin lugar a dudas, los 8 de marzo nos recuerdan que frente a la violencia machista, esa que nos sesga la vida, frente a la discriminación y segregación laboral, esa que nos sitúa en ser protagonistas junto a jovenas y personitas en situación de inmigración de la mayor precariedad laboral posible, frente al mercado y tráfico humano que nos cosifica y abusa sexualmente, existe un canto a la esperanza. La esperanza diaria de acariciar la vida, los valores de respeto, frente al genocidio del capitalismo y, el monstruo del patriarcado. La esperanza de institucionalizar en lo macro y en lo micro la diversidad humana desde la horizontalidad. Por eso necesitamos también, vuestras manos. La esperanza de abrazar la dignidad humana por encima de cualquier jerarquía. La Esperanza de sumar cada vez más, personitas que se sientan seducidas por los marcos igualitarios de oportunidades, condiciones y trato. La Esperanza en definitiva, de disfrutar la vida, pero no cualquier vida, la vida rebosante de empoderamiento, alegría y sororidad.
No obstante, sabemos que la esperanza no es suficiente. Los campos de poder lejos de democratizarse se agudizan e intensifican. En ellos siempre nosotras partimos de peores condiciones y malvivimos. Por eso nos rebelamos. Y por ello, nos va la vida en organizarla. Nuestra mejor arma, oxigenar cualquier espacio con esa otra forma de estar y sentir el mundo. Y estamos dispuestas a organizar la insumisión contra el imperialismo patriarcal y capitalista. Son nuestros cuerpos, es nuestra vida, nosotras decidimos. Son nuestras manos, nuestras energías, nuestra creación artística, y no son menos válidas que la de los otros. Es nuestro amor, incapaz de ser domésticado y normativizado. Son nuestras ganas de decidir y participar colectivamente, no nos vale la división sexual en el trabajo, ni en el ámbito político. Es nuestra sexualidad, la que cada una decide, en mi coño decido yo. Es nuestra decisión, parir o no parir, de nadie más.
Aunque el gobierno no nos quiera, aunque el gobierno nos desprecie, nos maltrate, apelamos a la insumisión de toda esas personitas feministas, nosotras las mujeres y, también a nuestros hermanos, padres, parejas, maridos, amigos, compañeros, camaradas, amantes. Sin mujeres no hay igualdad, sin igualdad no hay democracia, sin democracia no hay esperanza, sin esperanza no hay libertad, sin libertad no hay decisión, sin decisión no hay mujeres, sin nosotras no hay ternura, sin ternura no hay revolución. insumisión feminista, ya!!!!!
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